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Mi única lectora

 

Por: Santiago Camacho.

Yo no escribo para transmitir un mensaje, ni para tratar de alterar una mente inquieta. No utilizo las palabras con el fin de criticar, ni de exaltar la labor de otras personas. No escribo para que la gente me entienda, ni para que se identifique con mi vida. No lo hago para evidenciar mi desconcierto ni mi decepción ante la imagen que me da el mundo. Yo no escribo para contar historias largas, ni para llenar a la gente de ideas que no han pedido. Mis palabras sirven a un propósito más modesto, que no por ser así ha de carecer de nobleza. Solamente dos pares de ojos ven lo que escribo. Los míos, que son los que ven como las palabras acuden a la invitación para ser parte del papel, y los de mi única lectora, quien es la que se encarga de mantener esas palabras vivas con su recuerdo. La que convierte mi mente en campo fértil para la creación. Escribo para que ella no olvide lo hermosa que es. Escribo para que mis palabras le transmitan fortaleza. Escribo para que la distancia que de ella me separa no traiga consigo la frialdad de la indiferencia. Escribo para no olvidarla y poder sentirla cerca.. Escribo para que ella sepa que por ella escribo y que gracias a ella la belleza no me abandona. Escribo porque me encanta dedicarle pensamientos de los cuales ella logra adueñarse sin problema. Escribo porque ella es mi única lectora y por ende ella es la única razón que tengo para escribir. Y existe una razón para que ella sea esa razón; yo escribo porque la quiero.

 

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